martes, 21 de mayo de 2013

CRISTO ESTÁ VIVO EN LA EUCARISTÍA. CRISTIANO CATÓLICO, LEE ESTO Y DIFÚNDELO.


Lee, conoce y medita 1 COR 11, 17-34. Allí está una hermosa prueba bíblica de que Cristo está todo El en plenitud, vivo en la Hostia Consagrada, allí cuando comulgas. Y dice, además, cómo se le ha de recibir. 


Aquí te traigo el texto bíblico. El que tenga ojos para leer que lea, pero que lea con ojos limpios, sin predisposición, sin rechazo, sin odio a los católicos. Simplemente, déjese instruir y mojar por la Palabra de Dios.

1 COR 11, 17-34:
De la primera carta a los Corintios 11, 17-34

LA CENA DEL SEÑOR

<<Hermanos: Siguiendo con mis avisos, tampoco os puedo alabar en esto: os reunís en asamblea no para provecho, sino para daño vuestro. Efectivamente, en primer lugar oigo decir que, cuando os reunís en asamblea, se forman grupos entre vosotros. Y en parte lo creo.

Conviene, en efecto, que haya hasta sectas entre vosotros para que se vea quiénes son de probada virtud. No se puede, pues, decir que lo de reuniros en asamblea es comer la cena del Señor. Porque cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y, mientras unos pasan hambre, otros están ebrios.

Pero, ¿no tenéis vuestras casas para comer y beber? O ¿es que no os importa nada la asamblea de Dios, y queréis avergonzar a los pobres? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabanzas? No. En esto no os puedo alabar.

Yo recibí del Señor lo que, a mi vez, os he trasmitido: que Jesús, el Señor, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de pronunciar la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Éste es mi cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Cada vez que la bebáis, hacedlo en memoria mía.»

Y de hecho, cada vez que coméis de ese pan y bebéis de esa copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva. Por lo tanto, cualquiera que indignamente coma el pan o beba el cáliz del Señor tendrá que dar cuenta del cuerpo y de la sangre del Señor. Pero examine cada uno su conciencia; y coma así de aquel pan y beba de aquel cáliz. Porque quien come o bebe sin distinguir el cuerpo del Señor se come y bebe su propia condenación.

Por esta razón, hay entre vosotros muchos delicados y enfermos, y mueren muchos. Si nos examinásemos, no seríamos castigados por Dios. Pero con tales castigos nos amonesta el Señor, a fin de que no seamos condenados junto con este mundo.

En resumen, hermanos, cuando os reunáis para comer, esperaos unos a otros. El que tenga hambre, que coma en su casa. Así no os reuniréis para vuestra condenación. Lo demás ya lo dispondré cuando vaya.>>

COMENTARIO:
Me llamó intensamente la atención cuando Pablo dice: <<EL QUE TENGA HAMBRE QUE COMA EN SU CASA>>; Es decir, la Cena del Señor no es para que todos lleven bastante comida y para saciarse; la Cena del Señor no es para darle de comer al estómago. Eso sería desvirtuar la Eucaristía; desaparecería Cristo de aquella reunión. El pan a comer allí es para darle de comer a nuestro espíritu de hijos de Dios, adquirido desde el Bautismo, para fortalecerlo. Es para nutrirnos espiritualmente. Acudimos, los ciudadanos del Reino de Dios, a comer no de lo del mundo, sino para alimentarnos de lo de Dios, del mismo Dios, de Cristo, el Pan bajado del cielo; para entrar y permanecer en comunión con Él. Por ello mismo, llamamos COMUNIÓN al acto de acercarnos a recibir la hostia consagrada, y por ello cada quien responde con un profundo AMÉN cuando abre su boca para recibirle. 

La Eucaristía, la Cena del Señor, es, más bien, para darle de comer al espíritu, para vigorizar y liberar de desnutrición nuestra alma; para alimentar nuestro espíritu del mismísimo espíritu de Cristo. 

La Cena del Señor no es para cargarnos de carbohidratos, de proteínas, de fósforo, etc, etc. Para eso, que cada quien coma en su casa. La Eucaristía es para comer a Cristo. Por ello, muy bien Pablo, en este mismo pasaje dice: <<PERO EXAMINE CADA UNO SU CONCIENCIA; Y COMA ASÍ DE AQUEL PAN Y BEBA DE AQUÉL CÁLIZ. PORQUE QUIEN COME O BEBE SIN DISTINGUIR EL CUERPO DEL SEÑOR SE COME Y BEBE SU PROPIA CONDENACIÓN".

Al leer y meditar estas últimas palabras, no podemos menos menos que reconocer y decir AMEN a la presencia de Cristo vivo y verdadero en la hostia y en el vino consagrados. No podemos sino darnos cuenta de lo infundados que están aquellos que dicen que la presencia de Cristo en la hostia consagrada es meramente simbólica. 

Hermanos, ¿Qué garantía puede tener de haber comido a Cristo, de haberse encontrado con Cristo, de DISCERNIR EL CUERPO allí presente, como dice Pablo, si la presencia fuera meramente simbólica? 

EL EJEMPLO DE UNA FOTOGRAFÍA, UN SÍMBOLO.
Una fotografía es un símbolo muy perfecto de alguien. Imagínate que estoy viendo una foto de mi mamá y que dijera: <<Estoy hablando con mi mamá>>. Otros me dirían: <<Estarás loco, apenas estás hablando con una foto. Esa no es tu mamá..! Tú como que estas mal de la cabeza>>.
Ahora aplícalo al pan eucarístico.... ¿Quién nos garantiza que allí estamos recibiendo a Cristo si su presencia en el pan es meramente SIMBÓLICA?

Quienes pregonan que la presencia de Cristo en el pan eucarístico es MERAMENTE SIMBÓLICA... ¿Con qué cara quedan ante estas hermosas sentencias de la Palabra de Dios? 

En 1 Cor 11,29 el mismo Pablo dice: 

"Como a sabios hablo; juzgad vosotros lo que digo. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?"

Tal vez a alguien de nosotros, ante la hostia consagrada y en la fe, nos esté pasando lo de Tomás: <<Si no veo no creo>>. Tal vez nos puede decir Jesucristo lo mismo que le dijo a  Tomás: <<¿Porque has visto es que crees? Pues en verdad les digo: Dichosos los que crean sin haber visto>>

Elaborado por: Padre Héctor Pernía, sdb

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