GUÍA BÍBLICA PARA RECIBIR A JESUCRISTO
Un regalo que CAMBIARÁ tu vida...
<<Etíope>>
(IV Edición)
Útil para unir a los cristianos
y aclarar tus dudas en la fe católica...
CONOCE TU FE,
ASÍ PODRÁS CONOCER Y AMAR A JESUCRISTO
Nadie logra amar a quien no conoce bien.
Elaborada por: Padre HÉCTOR PERNÍA, sdb (Mfd)
Marzo - 2012
HERMANOS ESPERADOS,
… no es que los Católicos
están en un camino equivocado;
es que muchos están desinformados.
HERMANOS CATÓLICOS,
… no es que los Hermanos Esperados
están muy preparados;
es que están muy mal informados.
AVERÍGUALO…, Y LO COMPROBARÁS…!
(Diálogo inspirado en el encuentro
entre el Etíope y Felipe en Hch 8, 26
ETÍOPE: Felipe, ¿CÓMO ES ESO QUE JESUCRISTO ESTÁ VIVO EN LA HOSTIA CONSAGRADA? AHH, Y OTRA PREGUNTA… ¿QUIÉN INVENTÓ LA MISA?
FELIPE: La Misa fue instituida por Cristo y su presencia en ella es real, no
simbólica, como dicen en algunos sitios de culto no católicos. Esto lo
encontramos en Mt 26,26-28; Lc 22,19 y Mc 14,22-24; y lo creemos firmemente porque Jesucristo dice
la verdad y tiene todo el poder para hacer que lo que aparenta ser pan no sea
pan sino su Cuerpo y lo que aparenta ser vino no sea vino sino su Sangre. Por ello,
el valor y la importancia tan grande que
le da la Iglesia (1Cor 11,25-29).
Después de la Resurrección los discípulos reconocen a Jesucristo en la fracción
del pan (Lc 24, 13-35); esto
es definitivo y fundamental para nuestra fe cristiana pues allí constatamos y
somos testigos de que Jesús ha resucitado. San Ignacio de Antioquía (50-107
d. C., Eph 20,2) la llama Pan de los Ángeles, Pan del cielo, Medicina de
Inmortalidad.
ETÍOPE:
¿Por qué en esos lugares de culto no católicos niegan que Jesucristo está allí
presente?
FELIPE:
Amigo Etíope, eso no es nuevo. En la misma Biblia podemos mostrar como el
anuncio de la Eucaristía, al igual que el anuncio de la cruz escandalizó a muchos
que eran discípulos de Jesucristo y por no aceptar comer su cuerpo y tomar su sangre
dejaron de seguirle. Jesucristo se hizo piedra de tropiezo que causaría
división y hoy mismo vuelve a ocurrir; unos creen que Él está vivo en la hostia
consagrada y lo comen y otros lo niegan y lo adversan. Así vemos que en Jn 6,48-71, luego del anuncio de
la Eucaristía, unos dan la vuelta atrás y otros se quedan con Jesucristo.
LA MISA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS[1]:
ETÍOPE: Sería interesante
conocer qué hacían y creían los primeros cristianos. ¿Sabes algo de eso?
FELIPE: <<Canibalismo>>
y <<sacrificios humanos>> eran acusaciones que se rumoreaban a
menudo contra las primeras comunidades cristianas. Los primeros apologistas
cristianos las recogieron con el fin de rechazarlas como chismes. Pero a través
de las lentes distorsionadas de las habladurías paganas, podemos ver cuál era
el elemento más identificable de la vida y del culto cristiano.
Era
la Eucaristía la re-presentación del sacrificio de Jesucristo. La comida
sacramental en la que los cristianos consumían el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
La distorsión de estos hechos de fe era la que guiaba las calumnias paganas
contra la Iglesia: aunque es fácil de ver por qué los paganos malinterpretaban
esos hechos. En la primitiva Iglesia se permitía asistir a los sacramentos
únicamente a los bautizados, y a los cristianos se les disuadía hasta de hablar
de estos misterios centrales con los no cristianos. Por eso, la imaginación
pagana se disparó, alimentada por pequeñas briznas de realidad: <<esto es mi Cuerpo…éste es el cáliz de mi
Sangre… Si no comen la Carne del Hijo del hombre y no beben su Sangre…>>
Los paganos sabían que ser cristiano era participar en unos ritos extraños y
secretos.
ETÍOPE:
¿Eso quiere decir que ellos predicaban y reconocían a Jesucristo al comer el
pan durante la misa?
FELIPE:
Así mismo, Etíope. Ser cristiano era ir a Misa. Esto era verdad desde el primer
día de la Nueva Alianza. Apenas unas horas después de que Jesús resucitara de
entre los muertos, se encaminó a compartir la mesa con dos discípulos. <<Tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo
dio. Y sus ojos se abrieron […] le conocieron al partir el pan>> (Lc 24,30-31.35).
San
Pablo subraya la importancia de la doctrina de la presencia real y ve terribles
consecuencias en no creer: <<todo
el que come y bebe sin discernir el
Cuerpo, come y bebe su propio juicio>> (1Co 11,29).
La
Didajé utiliza cuatro veces la
palabra <<sacrificio>> para describir la Eucaristía y en una de
ellas declara abiertamente que <<éste
es el sacrificio del que habló el Señor>>[2]
ETÍOPE: Yo creo que debemos reconocer
también que saben más de Jesucristo aquellos que fueron sus apóstoles y los
primeros cristianos que nosotros después de dos mil años.
FELIPE: Es verdad. Por eso es tan
importante conocer las raíces de nuestra fe cristiana para ser fieles a lo que
creían y hacían los primeros cristianos y no estar dejándonos llevar por lo que
alguien opine por ahí. Tengo otros datos históricos para mostrarte, Etíope.
Presta atención:
Nuestro próximo testimonio de la doctrina
eucarística de la recién nacida Iglesia viene también de Antioquía de Siria.
Hacia el año 107 d. C., San Ignacio de Antioquía, obispo de Antioquía, escribió
frecuentemente de la Eucaristía mientras viajaba hacia Occidente camino de su
martirio. Habla de la Iglesia como <<el
lugar del sacrificio>>[3]. Y a los de Filadelfia
escribía: <<tened cuidado,
entonces, de tener sólo una Eucaristía. Pues sólo hay una Carne de nuestro
Señor Jesucristo, y un cáliz para mostrar en adelante la unidad de su Sangre;
un único altar, como hay un solo obispo junto con los sacerdotes y diáconos,
mis consiervos>>[4].
En su carta a la Iglesia de Esmirna, Ignacio
arremete contra los herejes que, ya en aquella temprana fecha, estaban negando
la doctrina verdadera: <<se
mantienen alejados de la Eucaristía y de la plegaria, porque no confiesan que
la Eucaristía es la Carne de nuestro Salvador Jesucristo>>[5]. Instruye a los lectores
acerca de las notas de una verdadera liturgia: <<que sea considerada una Eucaristía apropiada la que es administrada por
el obispo o por uno al que se lo haya confiado>>[6].
ORACIÓN: Amigo, te invito a que me
acompañes haciendo esta oración:
“Señor, yo elijo ser del grupo de discípulos
que aparecen en Jn
6,68,
quienes se quedan contigo
y aceptan comer tu cuerpo y tu sangre;
y no
del grupo de Jn 6,66.
Mi buen Jesús, yo no quiero marcharme de tu lado
y estar tan próximo
a esos tres números (666)
que curiosamente señalan
al
enemigo de todos los hijos de Dios.
Señor, sufro por quienes hoy, como ayer,
niegan tu presencia real y
verdadera en la Eucaristía;
y en sus cenas de culto comen el pan,
afirmando que
tu presencia allí
no es real, sino simbólica,
cambiando en sus biblias las
palabras
“ESTO ES MI CUERPO; ESTO ES
MI SANGRE”,
por la expresión
“esto
es COMO mi cuerpo…; esto es COMO mi sangre”.
Señor, te pido perdón por
quienes pecan
contra el Espíritu Santo al calificar como engaño
tu presencia real en
la Eucaristía y también
por quienes comemos tu cuerpo y tu sangre indignamente;
no nos tomes en cuenta, Señor Jesús, este pecado.
El hecho que narra Jn 6,66
no es un hecho del pasado
y no se
quedó solamente en la Biblia;
hoy se repite una y otra vez
en quienes
abandonaron la Eucaristía y ahora
la enfrentan diciendo a otros que es mentira
que Tú estás allí, vivo y verdadero.
Aun
son muchos los que dan la vuelta atrás
y renuncian a ser tus discípulos.
Yo,
Señor, me quedo con Pedro y los doce Apóstoles,
quienes creen firmemente
que
sólo Tú tienes palabras de vida eterna
y aceptan comerte de manera viva y
verdadera
en la Santa Misa (Jn
6,67-69),
en ese pan celestial en
el cual
Tú te nos das como Cordero
Inmaculado.
Señor, Tú que aclaraste la mente
a los discípulos de Emaús,
por medio de
la fracción del pan (Lc 24,30),
ven y aclara la mente de
aquellos
que hoy dudan de tu presencia
viva y verdadera en la Eucaristía.
Jesús, al verte crucificado dando tu vida por nosotros,
comprendo que en la
Eucaristía,
memorial de tu Última Cena, estás entregándote.
Antes de hacerlo en la cruz,
lo haces en un trozo de pan y un poco de vino.
Allí quiero estar, Señor, para
comerte en ese pan y vino, y permanecer en unión íntima contigo”.
Señor Jesucristo, creo que
tu palabra tiene poder
y dices siempre la verdad;
por eso cuando tú dices en la
Última Cena:
TOMEN, ESTO ES MI CUERPO…
ESTA ES MI SANGRE…,
ESTA ES MI SANGRE…,
no necesito estar
viendo
un trozo de carne o un poco de sangre real para creerte.
Como a Tomás el
Apóstol,
ven también a pronunciar sobre nosotros hoy
aquella hermosa
bienaventuranza de la fe:
“DICHOSOS LQS QUE CREAN SIN HABER VISTO”
(Jn 20,29).
Si tú dices que ese pan es
tu cuerpo
y que ese vino es tu sangre
(Mt 26, 26-27; Mc 14, 22-24;
Lc 22,19-20);
yo declaro que lo acepto diciendo AMÉN.
Tus
pedidos son mandatos para mi,
y digo amén a que siempre hagamos en memoria tuya
el sacrificio de comer y beber
tu cuerpo y tu sangre (Lc
22,19)
justo para la remisión de nuestros pecados
y
entrar en comunión íntima contigo.
Señor,
tus sentencias son admirables y me estremecen: “El que me coma vivirá por mí” (Jn 6,57);
“Les aseguro, si no comen la carne del Hijo del Hombre
y no beben su
sangre, no tendrán vida en ustedes”
(Jn 6,53), Amén.
NOTA: Recomiendo ver estos videos para profundizar y ampliar el tema:
De Fernando Casanova: "La Eucaristía es Bíblica"
De Scott Hahn: La Santa Misa es Bïblica
De Ricardo Castoñon: La Eucaristía Científicamente comprobada
De Catalina Rivas: Lo que ocurre en la Santa Misa
Sobre La Eucaristía y la vida fuera del templo:
[1] Tomado (…adaptado para la Guía Bíblica) de: SCOTT
HAHN, La Cena del Cordero. Ediciones
Rialp, S. A. Madrid. 10ª edición 2006, p
49 ss.
[2] Didaché 14, 3 (pronúnciese didajé; n. del tr.).
[3] Cf. Sus cartas a los efesios (5, 2), tralianos
(7, 2) y filadelfios (4), citadas en
Johannes Quasten, Patrología, vol. 1,
Edica, Madrid, 1968, 2ª ed.
[4] San Ignacio de Antioquía, Carta a los filadelfios, 4.
[5] San Ignacio de Antioquía, Carta a los esmirniotas, 7.
[6] Ibid.,
8, 1.
SIGUE BAJANDO.....
Y VISITA CUALQUIERA DE LOS DEMÁS TEMAS DE LA
GUÍA BÍBLICA PARA RECIBIR A JESUCRISTO.
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