Las personas han de observar con detenimiento y sensatez la progresión bíblica del tema de los Mandamientos sin previos fines de llevar la contraria a la Iglesia Católica. Es absolutamente falso que los católicos le hayan quitado a los Mandamientos los dos primeros preceptos que leemos en Éx 20, 2-17 y Dt 5,6-21. Tal prohibición está contemplada en el primer mandamiento del Decálogo que la fe católica enseña: “AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS”. La expresión “sobre todas las cosas” abarca amar a Dios por encima de toda escultura, de toda imagen, de toda persona, de toda criatura.
En los decálogos de Ex 20, 2-17 y Dt 5, 6-21, estos son los dos primeros mandatos: “No habrá para ti otros dioses delante de mí” y el segundo dice: “No te harás escultura ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos ni de lo que ha abajo en la tierra. No te postrarás delante de ellas ni les darás culto…”
Resulta curioso recordar lo siguiente: si de lo que se trata es de leer la Biblia al pie de la letra y enfrentar a la Iglesia Católica porque literalmente retiró de los Mandamientos las palabras de la prohibición de hacer esculturas o imágenes, rendirles culto y postrarse delante de ellas, entonces han de señalar como muchísimo más grave la conducta de nuestro señor Jesucristo quien le enumera al joven rico sólo siete mandatos dejando sin mencionarle los tres primeros que las listas de Éxodo y Deuteronomio prescriben. Véase Mt 19, 16-19. ¿Por qué no atacan a Jesucristo? También la respuesta es sencilla: para poder aparecer como cristianos antes los incautos y débiles en la fe no pueden aparecer públicamente confrontando a Jesucristo sino solamente a los católicos.
¿Puede hacer la Iglesia tal resumen de los primeros dos mandatos en la expresión “amar a Dios sobre todas las cosas”?
El mismo Jesucristo resumió a Ex 20, 2-17; Dt 5, 6-21 en Mt 26, 32-40. Los tres primeros mandatos que leemos en Deuteronomio y Éxodo los resumió en el mandato: “amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas….”; y resumió los otros siete en el mandato: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
¿Y por qué puede la Iglesia Católica hacerlo?
La respuesta es sencilla: ella es el Cuerpo de Cristo (Ef 1, 22; 5, 23; 1Cor 6, 15; 12, 12-13. 27); es decir, la Iglesia no actúa ni puede entenderse separada de su Hacedor, de su Fundador, de su Cabeza, de su Esposo (Ap 19, 7; 21, 9). Puede hacerlo por la autoridad que le confiere la palabra de Cristo que nunca miente y tiene todo poder cuando le confiere la asistencia del Espíritu Santo (Jn 14,26; 16,13; 20,22). Añádase y tómese en cuenta la facultad que le otorgó a su Vicario (Mt 16,18) de administrar en la tierra los bienes del Reino de los Cielos (Mt 16, 19) y de apacentar su Rebaño (Jn 21, 15-17). A esta Iglesia, fundada sobre las columnas de los 12 Apóstoles Dios la sentó al lado de su trono y les dio potestad para juzgar sobre las 12 Tribus de Israel... (Mt 19, 28) es de suponerse que se entiende, que los 12 Apóstoles tiene preeminencia y superioridad sobre al Antigua Ley, sobre el Antiguo Testamento, y por ende, para regir y administrar los asuntos de Dios en la Nueva Alianza. Esto la faculta para tomar decisiones respecto a juzgar en torno a los 10 Mandamientos.
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