martes, 19 de marzo de 2013

CONSECUENCIAS DE NEGAR EL PECADO ORIGINAL



Se actúa de espaldas a la fe de los primeros Cristianos. El siguiente testimonio data de muchos años antes de Constantino; se trata de Orígenes (185-254 d.C.): 

“Aquellos a quienes fueron confiados los secretos de los misterios divinos sabían muy bien que todos llevan la mancha del pecado original, que debe ser lavado por el agua y el Espíritu” (1)

Tal vez desconocen lo que dicen las Escrituras: el hombre, al tomar "el árbol del conocimiento del bien y del mal"(Gn 2,17), “por la seducción del diablo quiso "ser como Dios" (Gn 3,5), pero "sin Dios, antes que Dios y no según Dios" (S. Máximo Confesor, ambig.). Tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia su creador (Gn 3,1-11) y, abusando de su libertad, desobedeció al mandamiento de Dios.(2)

Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán. S. Pablo lo afirma así: 

"Por la desobediencia de un solo hombre, TODOS [incluye a los niños] fueron constituidos pecadores" (Rm 5,19); 

"Como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron..." (Rm 5,12). 

A la universalidad del pecado y de la muerte, el Apóstol opone la universalidad de la salvación en Cristo: 

"Como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación que da la vida" (Rm 5,18).(3)

Nada más perverso y propio de Satanás es que habiendo sido marcada toda la humanidad por el pecado del primer Adán, justamente, cuando por fin Jesucristo alcanza a toda la humanidad con la gracia de la redención, pretendan excluir a los niños de gozar de ese beneficio de la salvación y de participar en la Nueva Alianza y Creación inaugurada en Cristo. 

“La Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento”. (4)

1) Orígenes In Rom. Com. 5,9: EH 249. Johannes Quasten, Patrología I. Bibliot. de Autores Cristianos 206. 5ta edic., Madrid 1995, pág. 395.
2) Catecismo de la Iglesia Católica, 397-398.
3) CIC, 402.
4) CIC, can. 867; CCEO, can. 681; 686, 1.


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