Estos libros: TOBÍAS, JUDIT, BARUC, SABIDURÍA, ECLESIÁSTICO, 1 y 2 MACABEOS fueron utilizados por Jesucristo, por los 12 Apóstoles y por las primeras comunidades cristianas. He aquí algunas pruebas:
Lo que Jesucristo está mencionando en Mt 24,15-16 y que fue profetizado en Dn 9,27 se encuentra cumpliéndose en 2Mac 5,24-27; y ocurrió exactamente en el año 168 a. C. Allí dice Jesús: “Que el lector sepa entender”. Yo diría ahora: ¿cómo podrán nuestros hermanos esperados entender a Jesucristo en Mt 24,15-16 si le han quitado a la Biblia los dos libros de los Macabeos? Diría: sólo podrán los católicos entender en ese pasaje bíblico a Jesucristo porque en la Biblia que usan tienen a estos dos libros.
Fue éste el canon que Pablo utilizó desde niño pues era éste el cánon del Antiguo Testamento que mayoritariamente se usaba en los territorios de cultura griega.
Es obvio darse cuenta que si en el Concilio de Jamnia (año 90 d. C. Aprox.) los judíos negaron estos 7 libros como inspirados por Dios es porque justamente los primeros cristianos los utilizaban muy a menudo y con esa decisión trataban de hacer frenar su crecimiento y avance. Ahora, es interesante fijarse en esta curiosa relación: los católicos y los primeros cristianos usamos como inspirados por Dios esos siete libros, y los hermanos esperados coinciden hoy con los judíos de aquel tiempo en negarlos. Los judíos de aquel tiempo le trataban de cerrar el paso a los primeros cristianos y los hermanos esperados tratan de hacer lo mismo hoy con los católicos. ¿Eso no es coincidencia? ¿Los que se dicen ser hoy cristianos realmente lo son? Saca tus propias conclusiones.
Estos siete libros fueron nuevamente rechazados como inspirados por Dios por tres hombres, cada uno por separado, sin hacer Concilios ni amplias consultas, sino de acuerdo a sus propios criterios personales: Carlostadio (1520), Martín Lutero (1534) y Calvino (1540).
Los quitaron de la Biblia por dinero en 1835: Aunque Carlostadio, Lutero y Calvino no reconocieron esos libros como Palabra de Dios, ellos nunca los quitaron realmente de la Biblia; sino que fueron dejados como apéndice o anexo al final del canon y así permanecieron hasta 1835 cuando por primera vez, en Estados Unidos, por presiones de tipo económico de una imprenta, un grupo de iglesias evangélicas decidieron quitarlos definitivamente.
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