Al príncipe del mal le divierte sembrar la cizaña para vernos a los hijos de Dios (católicos y no católicos) enfrentándonos entre sí, abonando de esta manera el terreno para que los más débiles y alejados en la fe se desencanten y pasen a sumar las filas del creciente y peligroso camino del ateísmo. A él le encanta que nos veamos unos a otros como enemigos y adversarios, que hagamos publicaciones y predicaciones atacándonos de parte y parte y que nadie lo encuentre a él, que no lo señalen ni lo enfrenten, que no lo mencionen. Lo propio de él es el esconderse sutilmente.
Es por ello que expreso mi decidido propósito de procurar evitar irme por las ramas en los temas a abordar. Mi estilo será ser enfático en descubrir al padre de la mentira desvirtuando a Jesucristo detrás de muchísimas condenas que se hacen respecto a la Iglesia Católica y mostrar que no son nuestros hermanos esperados los que están detrás de ellas. La mayoría de ellos las repiten sin saber lo que están diciendo.
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