UN
PAN UNE A MUCHOS GRANOS DE TRIGO Y EL VINO UNE A MUCHÍSIMAS
UVAS. ASÍ, EL CUERPO DE CRISTO, EN LA EUCARISTÍA, NOS UNE EN UN MISMO CUERPO
(EL SUYO) A TODOS LOS HIJOS DE DIOS.
En la misa ocurre un
intercambio: Jesús se ofrece al Padre por amor a nosotros y nosotros nos
ofrecemos a Jesús por amor a Dios. Y cuando nos ofrecemos cada uno no lo hace
solo, lo hacemos juntos, teniento a todos presente en la mente y en el corazón.
Esto está representado en el pan (proviene de muchos granos que se han
encontrado en una misma forma) y en el vino (proviene de muchas uvas que cada
una se ha dejado triturar para ser vino).
Nos dice ésto lo que en nosotros ha de acontecer. Para llegar a ser ofrenda agradable al Señor debemos
llegar a Misa triturados: habiendo muerto con Cristo, viviendo día a dia
nuestro bautismo, sumergiéndonos con Cristo, por Cristo y en Cristo en la
pasión y muerte de nuestra propia vida cotidiana:en el servicio, en el dejar la
murmuración, el chisme, en el perdón, el sacrificarse por los demás, el dar sin
esperar retribución. Ese es nuestro sendero y nuestra cruz para así compartir
la gloria de Jesucristo. Y diríamos entonces como san Pablo: no puedo sino
gloriarme en la cruz de Cristo (Gal 6, 14).
Venimos a Misa a
comprender nuestras vidas. Se necesita una mirada de fe para alejarnos del
peligro de quedarnos mirando con los ojos de la carne lo que vemos durante la
Eucaristía. Por ello la mayoría sale de Misa sin haberse dado cuenta de todo lo
que allí adentro acontece.
Los granos de trigo
antes de ser pan han sido triturados, al igual que las uvas antes de ser vino.
Jesucristo se nos entrega en la Eucarstía en su Cuerpo y su Sangre, en las
apariencias de pan y vino para que lo trituremos. ¿Cómo acercarnos nosotros a
comulgar con Él sin que el Señor nos triture a nosotros?. ¿Cómo puede haber
comunión si una de las partes en el encuentro no está triturada? ¿Que tal si al
intentar triturarnos, Jesucristo en lugar de encontrarse con un pan se consigue
con una piedra y se parte los dientes por culpa nuestra? Participar con Cristo
en su Pasión, Muerte y Resurrección es llegar también triturados al encuentro
de comunión.
Jesucristo una vez y
para siempre se tritura en la cruz por nosotros como grano de trigo que cae en
la tierra y muere, para luego retoñar de la tierra dándonos a todos vida en
plenitud. Quien en lo cotidiano no muere a sí mismo no logra vivir el encuentro
de comunión con Cristo en la Eucaristía, pues aún no se ha ofrendado; es decir,
ha vivido guardando su vida, no se ha sacrificado; de igual modo como un grano
entero de trigo aún no puede participar de un pan o como una uva entera no
logra participar del vino. Ambos permanecen fuera... por ello dijo nuestro Señor:
"El que come de mi cuerpo y bebe de mi sangre permanece en mí y yo en él y
yo le daré vida eterna. El que me come vivirá por mí> (Jn 6, 56-57).
Podemos estar yendo a
Misa todos los domingos o diariamente, pero sí aún no hemos empezado a morir a
nosotros mismos en el día a día, si aún permanecemos resistentes a dar pasos de
conversión dejando a un lado de nuestras vidas lo que no es de Cristo, aún no
hemos participado y vivido de la primera misa según el plan y la voluntad de
nuestro Señor. Debemos ver e ir a la Misa según la voluntad de Cristo y no la
propia.
Hay comunión al
acercarnos a recibir la hostia consagrada cuando ambos (Jesucristo y nosotros)
venimos de habernos dejado triturar, al igual que el pan y el vino, por una
misma razón: por amor a Dios y por confiar en la promesa de gloria que el Padre
nos ha dado.
Si muchas veces nos
distraemos en la misa es tal vez por que hemos olvidado o no sabemos a lo que
estamos yendo y cómo debemos de llegar a ella: triturados para unirnos en
ofrenda al sacrificio de nuestro Señor. De lo contrario significa que hemos
permanecido haciendo celebraciones y ofrendas vacías, huecas, de esas que el
Señor aborrece.
Sin haber llegado
triturados a la misa, como el trigo para el pan o la uva para el vino,habremos
llegado a la Eucaristía como el mal alumno que llega día a día a sus clases en
el colegio sin la tarea hecha. De seguir así perderá el año... Y nosotros, de
seguir así, yendo a la Misa sin hacer nuestra tarea.....¿Qué perderemos?:
estamos PERDIENDO LA VIDA ETERNA.
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