sábado, 23 de marzo de 2013

LOS SANTOS EN LA BIBLIA.



Mc 12,26-27. Primero debemos estar claros en esto: “Dios no es un Dios de muertos sino de vivos”. Quienes dicen que los Santos Católicos no están en el cielo; que todos, incluyendo a la Virgen María, están muertos y que no pueden interceder están muy errados. 

Hoy, como ayer, Dios pudiera decir: "Yo soy el Dios de San Agustín, el Dios de San Francisco de Asís, el Dios de San Antonio de Padua, el Dios de San Juan Bosco, el Dios de San Benito, el Dios de la Madre Teresa de Calcuta..."; y Jesús podría concluir, refiriéndose a ellos diciendo: "Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos".

Cristo destruyó la muerte para siempre 

Is 25,8:
"Él consumirá en este monte el velo que cubre a todos los pueblos y la cobertura que cubre a todas las gentes; consumirá a la Muerte definitivamente".


Hb 2,14-15:
"Por tanto, como los hijos comparten la sangre y la carne, así también compartió él las mismas, para reducir a la impotencia mediante su muerte al que tenía el dominio sobre la muerte, es decir, al diablo, y liberar a los que, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud." 


2Tim 1,10:
"...Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio"

Quienes andan queriendo hacer tropezar a otros diciendo que la Virgen María y los Santos todos ellos están muertos, que no están en el cielo... ¿Acaso estarán diciendo que todo lo que dicen esos pasajes bíblicos es falso?; ¿que el cielo es un lugar vacío y que Jesucristo está allí sólo sin compañía de nadie? 

Le estarán diciendo a Jesucristo que se equivocó cuando dijo: "De cierto, de cierto os digo: el que vive en mí, tiene vida eterna" (Jn 6, 47); "este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera" (Jn 6, 50); "éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre" (Jn 6, 58)


pecado y justamente los Santos son aquellos que al pecado lo vencieron. Para Dios todos viven. 

Ap 19,1 describe en el cielo una multitud incontable que rinde honor y gloria a Dios. ¿Es que acaso son puros muertos? ¿Está el cielo lleno de muertos? ¿Qué pasó entonces con la promesa de la Vida Eterna? ¿Acaso Jesucristo miente? 

Véase esto con más evidencia en Mt 27,50-53; lo que ocurrió justo luego del momento en que Jesucristo exhaló su espíritu y murió en la cruz: “Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos”.  

Lev 11,44
"Porque yo soy Yahvé, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo”.

Lev 21,6
“Santos han de ser para su Dios y no profanarán el nombre de su Dios, pues son ellos los que presentan los manjares que se han de abrasar para Yahvé, el alimento de su Dios; han de ser santos”.

1Pe 1,16
Sean santos, porque yo soy Santo”. 

Allí no dice... SON SANTOS... sino SEAN SANTOS. Si dijera SON SANTOS, no habría que hacer nada para serlo sino solamente creerlo y decirlo. Pero al decir SEAN SANTOS es que parte del principio de que aún no lo somos y de que hay que luchar para serlo. 

Col 1,22
“Somos llamados a presentarnos santos, inmaculados e irreprensibles delante del Señor”.

Filip 3,20-21
Son bautizados cuyos cuerpos fueron transfigurados por Jesucristo en un cuerpo glorioso y santo como el suyo.

2Tes 1,10
Cuando venga el Señor será glorificado en sus santos. 

1Jn 3,2: “Somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado lo que seremos al fin”..., llegar a ser santos como nuestro Dios es santo.

Rm 8,30: “A los que Jesucristo predestinó, a ésos también los llamó; y a los que llamó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó”.

Hb 6,10: “Porque no es injusto Dios para olvidarse de vuestras obras y del amor que habéis mostrado en su nombre, con los servicios que habéis prestado y prestáis a los santos”

Rm 11,16: “Y si las primicias son santas, también la masa; y si la raíz es santa también las ramas”.

Ef 2,19: “Así pues, ya no sois extraños ni  forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario