GUÍA BÍBLICA PARA RECIBIR A JESUCRISTO
Un regalo que CAMBIARÁ tu vida...
<<Etíope>>
(IV Edición)
Útil para unir a los cristianos
y aclarar tus dudas en la fe católica...
CONOCE TU FE,
ASÍ PODRÁS CONOCER Y AMAR A JESUCRISTO
Nadie logra amar a quien no conoce bien.
Elaborada por: Padre HÉCTOR PERNÍA, sdb (Mfd)
Marzo - 2012
HERMANOS ESPERADOS,
… no es que los Católicos
están en un camino equivocado;
es que muchos están desinformados.
HERMANOS CATÓLICOS,
… no es que los Hermanos Esperados
están muy preparados;
es que están muy mal informados.
AVERÍGUALO…, Y LO COMPROBARÁS…!
(Diálogo inspirado en el encuentro
entre el Etíope y Felipe en Hch 8, 26-40)
FELIPE: Amigo Etíope. Leamos los
siguientes textos bíblicos:
Ef 1,22-23: “Dios colocó todo bajo sus pies, y lo constituyó Cabeza de la Iglesia.
Ella es su cuerpo y en ella despliega su plenitud el que lo llena todo en
todos”.
Ef 5,23. 29-30: “El hombre es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la
Iglesia, cuerpo suyo, del cual es asimismo salvador… Y nadie aborrece su
cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida. Y eso es justamente lo que
Cristo hace por la Iglesia, pues nosotros somos miembros de su cuerpo”.
Col 1,18.24: “Y él es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia… Ahora me
alegro cuando tengo que sufrir por ustedes, pues así completo en mi carne lo
que falta a los sufrimientos de Cristo para bien de su cuerpo, que es la
Iglesia”.
ETÍOPE: Yo ya estoy bautizado en esa
Iglesia que es el cuerpo de Cristo. ¿Quiere decir que ya estoy unido a esa
Cabeza que es Cristo y que no tengo necesidad de salir a buscarlo en otras
iglesias que funden por ahí?
FELIPE: Tú lo has dicho, Etíope, y ya
que lo preguntaste, dejemos que sea el mismo San Pablo que te la responda: “No se dejen impresionar por esos que vienen
con una religión de temor o con liturgias angélicas. En realidad sólo hacen
caso de sus propias visiones y se inflan con sus propios pensamientos, en
vez de mantenerse en contacto estrecho con aquel que es la cabeza. El mantiene
la unidad del cuerpo entero por un conjunto de nervios y ligamentos y le da
firmeza haciéndolo crecer según Dios” (Col 2,18-19).
ETÍOPE: Tengo una curiosidad. ¿Y qué es
lo que representan ese conjunto de nervios y ligamentos con los que Jesucristo
le da firmeza a su cuerpo que es la Iglesia?
FELIPE: Je, je, je, Etíope. Me agrada
muchísimo conversar contigo. Tus preguntas son como el recipiente que cada vez
que se sumerge en el pozo es para sacar más y más agua del torrente de vida
eterna que brota del manantial de la Palabra de Dios. Allí, en ese
pasaje bíblico, se encuentra la base de todas las estructuras y formas
organizativas que la Iglesia tiene en sus
diversos niveles de funcionamiento: Parroquias, Diócesis, Arquidiócesis,
Conferencias Episcopales, Curia Romana, entre otros; conformadas cada una por
diversos equipos, comisiones pastorales, consejos económicos, equipos
litúrgicos, entre otros. Todo ello es el gran conjunto de nervios
interconectados por medio de los cuales Cristo le da unidad, fortaleza y
movimiento a su Cuerpo.
ETÍOPE: ¿Sabes a qué se parece esto? El
famoso ex pastor calvinista Scott Hahn, cuando narra su testimonio de la
primera misa a la que él asistió como espía para demostrar que allí se cometía idolatría
y sacrilegio; mientras estaba sentado al fondo del templo buscando en la Biblia
todo lo que escuchaba durante la Misa, llegó en un momento a sentirse tan
sorprendido que dijo: “A medida que
avanzaba la Misa, algo me golpeaba. La Biblia ya no estaba junto a mí. Estaba
delante de mí: ¡en las palabras de la Misa!”[1] Ahora soy yo el
que hoy digo: A medida que avanzo en profundizar mi fe me doy cuenta que la
Biblia ya no está sobre mis manos. Está en la Iglesia Católica; en toda su
hermosa doctrina.
FELIPE: Dios te siga inspirando
pensamientos tan hermosos. Muchos están tan débiles en la fe que tan sólo al
ver un pecado o un escándalo en algunos de los miembros de la Iglesia, ya
enseguida piensan que en nuestra Iglesia no se encuentra Jesucristo, y por eso
se van y la abandonan.
ETÍOPE: Pensando
como los hombres y no como Dios, cuando vemos los innumerables pecados que
comete la Iglesia CUERPO DE CRISTO, quisiéramos quedarnos sólo con JESUCRISTO,
LA CABEZA; sin embargo, recibir solamente la cabeza sería recibir un Cristo
incompleto, mutilado, degollado en su misterio, en su naturaleza.
FELIPE: Cuánto estás avanzando,
amigo Etíope. Ahora
bien, si el mismo Jesucristo toma como su cuerpo a la Iglesia que fundó a pesar
de sus pecados, nosotros, como DISCÍPULOS
suyos, también debemos tomar esa misma actitud y recibir esa misma Iglesia, que
es su CUERPO, con amor y hacerla nuestro cuerpo; más, si ya somos parte de Ella
desde el Bautismo y lo hemos ratificado al recibir los demás sacramentos. Esto
debemos hacerlo sin importar que exista en ella pecado e infidelidad, tanto en
el pasado como en el presente o en el mañana. Todo se explica y concreta de la
siguiente manera: SI JESUCRISTO ES FIEL A SU IGLESIA, aunque luego Ella le sea
infiel muchas veces, YO TAMBIÉN LE SERÉ FIEL. Una vez bautizado(a) ya soy su
Iglesia y contraigo una alianza eterna; contraigo nupcias con Él y debo serle
fiel así como Él es fiel conmigo y jamás renuncia ni se aparta de mí aunque yo
haya fallado; jamás me abandona. En caso de una separación siempre he sido yo
quien lo he hecho; nunca ha sido Él.
ETÍOPE: JAMÁS ME IRÉ DE LA IGLESIA CATÓLICA. Debemos
ser responsables y no tomar el abandonar la Iglesia Católica como un oportuno
pretexto para eludir o escaparnos de los abandonados deberes en la fe como
católicos y ocultar la propia infidelidad a Dios.
FELIPE: Amigo, presta atención a lo que decía
el beato Isaac, abad del monasterio de Stella:
“El Esposo, que es uno con el Padre y
uno con la esposa, hizo desaparecer de su esposa todo lo que halló en ella de
impropio, lo clavó en la cruz y en ella expió todos los pecados de la esposa.
Todo lo borró por el madero. Tomó sobre sí lo que era propio de la naturaleza
de la esposa y se revistió de ello; a su vez, le otorgó lo que era propio de la
naturaleza divina. En efecto, hizo desaparecer lo que era diabólico, tomó sobre
sí lo que era humano y comunicó lo divino. Así es del esposo todo lo de la
esposa. Por eso, el que no cometió pecado y en cuya boca no se halló engaño
pudo muy bien decir: misericordia, Señor, que desfallezco. De esta manera,
participa Él en la debilidad y en el llanto de su esposa, y todo resulta común
entre el esposo y la esposa, incluso el honor de recibir la confesión y el
poder de perdonar los pecados…
No quites la cabeza al cuerpo. Así no
podría estar el Cristo total en ninguna parte. En ningún sitio está entero
Cristo sin su Iglesia. En ningún sitio está entera la Iglesia sin Cristo.
Porque el Cristo entero e integral es cabeza y cuerpo”[2]
De Fernando Casanova: La Iglesia de Jesucristo.
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