viernes, 5 de abril de 2013

PASOS EN FALSO QUE DAMOS EN LA VIDA, ABANDONAMOS LA IGLESIA Y SIN DARNOS CUENTA ABANDONAMOS LA FORTUNA

PRIMERA PARTE: 
Leamos la Palabra de Dios.


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,1-12):



En aquellos días, mientras hablaban al pueblo Pedro y Juan, se les presentaron los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Les echaron mano y, como ya era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los que habían oído el discurso, unos cinco mil hombres, abrazaron la fe. Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas; entre ellos el sumo sacerdote Anás, Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. 

Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y los interrogaron: «¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso?»

Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»


Palabra de Dios

Salmo

Sal 117,1-2.4.22-24.25-27a



R/. La piedra que desecharon los arquitectos 

es ahora la piedra angular



Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.

La piedra que desecharon
los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, 
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (21,1-14):



En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»

Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»

Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. 
Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. 
Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

SEGUNDA PARTE: Reflexión... / Mensaje: 

PEDRO SE APARTA DE SU LLAMADO:

Cuando Pedro se entera que es el Señor quien está en la orilla, se vistió, pues estaba desnudo y se lanzó al agua. ¿Por qué? Tal vez, como Adán, sintió vergüenza de su pecado. El pescador de hombres vuelve a ser pescador de peces, pero sin conseguir fortuna. Retomó la vida del pasado como si nada hubiese ocurrido.


NOSOTROS NOS APARTAMOS DE LOS SACRAMENTOS, DE LA IGLESIA.

Cuántos hemos hecho así. Luego de un tiempo en los caminos del Señor, en la Iglesia, pasamos a vivir ignorando que eso ocurrió en nuestra vida. Nos entregamos o nos dejamos consumir por la vorágine de los afanes y costumbres del mundo. Y tal vez, como a Pedro, nada nos sale bien, nada nos funciona. En la vida con los Sacramentos, Cristo era el que gobernaba en nuestras vidas; ahora somos nosotros los que nos gobernamos a nosotros mismos y hasta pretendemos gobernar también nosotros qué es lo que necesitamos para salvarnos y qué es lo que no nos hace falta, y lo primero que desechamos son los SACRAMENTOS.



JESUCRISTO SORPRENDENTE:

Jesucristo obtiene, apenas a la orilla del mar, aquello que Pedro y los suyos no consiguen durante toda una noche mar adentro: una pesca abundante.

Es ésta una lección para Pedro. Sintió el llamado a dejar que nuevamente Cristo gobierne su vida; ve la autoridad de Cristo en su existencia, su señorío. Percibe su error; su lugar no está allí en las aguas del pasado, en el trabajo de la pesca; sino en una misión que Cristo le había confiado: ser pescador de hombres, ser la piedra donde Cristo levantaría su Iglesia, tener las llaves del Reino de los Cielos. 

Pedro ve el señorío de Cristo en su vida: 153 peces y no pudieron reventar la red. Cristo, siendo carpintero, consigue más peces que él que era un experto pescador. 

SOMOS CIEGOS Y NECIOS. CRISTO TAMBIÉN NOS SORPRENDERÁ:
Así a muchos de nosotros nos puede ocurrir: abandonamos la vida en Dios, la vida de la Iglesia, los Sacramentos, seducidos y tentados por los afanes de resolver nuestras necesidades del mundo. Que ciegos y necios...! Cristo nos obtiene eso y mucho más.

Como Pedro, sintamos el llamado a volver y reconocer el señorío de Cristo en nuestras vidas. Lo que Pedro predica a los escribas y a los jefes del pueblo fue primero una lección para él y es también la lección para nosotros: JESUCRISTO, LA PIEDRA QUE ELLOS DESECHARON, ERA LA PIEDRA ANGULAR. Para nosotros, Jesucristo sin Sacramentos, ya no es el mismo Jesucristo; en la pesca de la vida a cada quien se le verán los frutos.

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