domingo, 24 de marzo de 2013

JESUCRISTO MEDIADOR Y SUS DISCÍPULOS:



Invito a que primero leamos completo Lc 6:39-46,  y nos centremos luego en el v. 40., el cual dice: 

“No está el discípulo por encima del maestro. Será como el maestro cuando esté perfectamente instruido”

¿Acaso no es María la discípula perfectamente instruida? ¿Acaso no lo fueron los Santos?  

Si Jesucristo el Señor es el único y gran Mediador entre Dios y los hombres y lo más auténtico de todo fiel discípulo es hacer y continuar el oficio del Maestro, ¿cual será entonces el oficio, la tarea, el deber de todo buen discípulo de ese Maestro Mediador si además es plenamente miembro de su cuerpo por el Sacramento del Bautismo?  Piensa un momento y responde...

a) Denuncia este perverso plan del maligno:

Mientras se aparenta exaltar y defender como único Mediador a Jesucristo sin embargo, al negar que la Virgen María, los Santos y cualquiera de los miembros de la Iglesia participan de la intercesión, el tentador está orquestando un grave golpe al cuerpo de Cristo y a cada uno de los bautizados.

Tengamos primero presente y consciente lo que enseña la Palabra de Dios acerca del cuerpo de Cristo y el bautismo (ver TEMA 32 al 37): 

Ya estamos incorporados al Cuerpo de Cristo:
Ef 1,22-23:
"Sometió todo bajo sus pies y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo."



Ef 5,23.29-30:
"Porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia, el salvador del cuerpo.
Porque nadie aborrece jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo." 


1Cor 6,15:
"¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?"  

1Cor 12,12-27:
"Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. 
Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. 
Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. 
Si dijera el pie: "Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo" ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? 
Y si el oído dijera: "Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo" ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? 
Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído, ¿dónde el olfato? 
Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad. 
Si todo fuera un solo miembro, ¿dónde quedaría el cuerpo? 
Por tanto, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo. 
Y no puede el ojo decir a la mano: "¡No te necesito!" Ni la cabeza a los pies: "¡No os necesito!" 
Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables. 
Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. Así a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. 
Pues nuestras partes honestas no lo necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando más honor a los miembros que carecían de él, para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros. 
Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. 
Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno a su modo." 


Col 1,18.24:
"Él es también la cabeza del cuerpo, de la Iglesia:  Él es el Principio,  el Primogénito de entre los muertos,  para que sea él el primero en todo... 
Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo en mi carne, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia..." 


«Acercándoos a El, piedra viva rechazada por los 
hombres, pero escogida y preciosa para Dios, también vosotros, como 
piedras vivas, vais construyendo un templo espiritual dedicado a un 
sacerdocio santo, para ofrecer, por medio de Jesucristo, sacrificios 
espirituales agradables a Dios» (1 Pe 2,4-5)

Somos injertados en Él:
Rm 6,3-5: 
"¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? 
Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo resucitó de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. 
Porque si nos hemos injertado en él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos por una resurrección semejante.


Estamos en Él
1Cor 1,30:
"De él os viene que estéis en Cristo Jesús"

Somos miembros los unos de los otros: 
Rm 12,4-5:
"Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo los unos para los otros, miembros". 


Dirigidos por Él:
Ef 4,15-16: 
"Con la sinceridad en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión por la colaboración de los ligamentos, según la actividad propia de cada  miembro, para el crecimiento y edificación en el amor." 


Col 2,19:
"Que nadie os arrebate el premio por ruines prácticas y el culto de los ángeles, obsesionado por lo que vio, vanamente hinchado por su mente carnal, en lugar de mantenerse unido a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe nutrición y cohesión, para realizar su crecimiento en Dios." 


Siendo hijos de Dios compartimos con Cristo todos los bienes de los cuales Él es heredero del Padre:  "Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si compartimos sus sufrimientos, para ser también con él glorificado" (Rm 8,17).

Ahora, sigue con minuciosa atención el siguiente planteamiento: ¿Qué pasaría con el Cuerpo de Cristo si todos siguieran al pie de la letra la doctrina de que nadie sino sólo Él puede interceder y mediar, siendo todos los Santos miembros de su Cuerpo por el sacramento del Bautismo? ¿Cuál sería entonces el resultado, las consecuencias de que nadie actúe en la intercesión? ¿Cómo haría Jesucristo para actuar como Mediador entre Dios y los hombres si todos los miembros de su cuerpo, en pleno, se desactivan en el oficio de participar de la intercesión por hacerle caso a lo que enseña la doctrina protestante? Se trata entonces de un plan sagazmente concebido para tratar de destruir al cuerpo místico de Cristo en la actualidad.

Toda vez que en la Eucaristía o en cualquier ocasión los cristianos católicos están reunidos intercediendo al Padre por los demás, es el cuerpo de Cristo quien lo está haciendo; y es Cristo la cabeza que dirige todo ese cuerpo en oración. 

b) Quienes niegan la intercesión de la Virgen María y de los Santos necesitan ayuda urgente: 

No se dan cuenta que tienen velada su mente colaborando con un feroz ataque que Satanás ha emprendido para romper la unión entre Jesucristo y todos los cristianos en un mismo cuerpo hecha realidad por el  bautismo. ¿No se darán cuenta que destruyendo el bautismo católico (universal) fracturan la unión de todos los hijos de Dios con el cuerpo de Cristo? Cuando Cristo hace de Mediador no lo hace solamente con su CABEZA sino con todo su CUERPO, y allí entran entonces la Virgen María, todos los Santos y todos los bautizados, “a quienes Él mismo eligió, los llamó, los hizo justos y santos, y les dio la gloria” (Rm 8,30). 


Los Santos pueden participar de la intercesión, porque son parte muy íntima y muy santa del cuerpo de Jesucristo. Los frutos de sus obras así lo testifican (Lc 6,43-44). Exactamente los Santos han sido los mejor instruidos en el Evangelio, han sido sus mejores intérpretes. Tanto lo han sido que el propio Evangelio resplandece en sus vidas; eso cualquiera lo puede constatar. La Virgen María y los Santos se dejaron transfigurar totalmente en Cristo y por Cristo; por ello, llegaron a ser como su Maestro, y su Maestro es MEDIADOR. No son mediadores paralelos ni por encima de Jesucristo; ellos lo son POR CRISTO, CON CRISTO Y EN CRISTO. Yo digo: AMÉN, ¿Y tú?

c) El gran engaño de Satanás: 

Es obvio entender porqué el procedimiento de hacer que los católicos desconozcan el bautismo que recibieron; su oficio es hacerles pensar que es inválido y falso y que, por lo tanto, a Cristo no lo han recibido. Se aprovecha de la inocencia y el desconocimiento que la mayoría de los católicos tienen de lo que trata el Bautismo que recibieron de niños; de eso se vale para introducir la duda y seducirles al rechazo hacia el bautismo católico sin ellos saber realmente a qué le están haciendo negación y apostasía. Así permanecen, sin enterarse del significado del Santo Crisma, del Oleo de los Catecúmenos, del sumergirse en Cristo en el símbolo del agua; como quien bota un diamante pensando que tan sólo se trata de una simple piedra.

Muchos que se van de la Iglesia Católica y luego, profundizando en la fe, se enteran de lo que hicieron al renegar de su bautismo católico, bajan su cabeza y lloran amargamente de dolor y pena espiritual por el error que cometieron, por tanto daño que causaron a la Iglesia de donde nunca se debieron ir. Son los nuevos “Pablos” que se caen de su caballo de errores; y serán grandes promesas, grandes misioneros de la fe católica para la gloria de Dios y el bien de muchas almas. Oremos por esta causa...

d) Quien niega algo del cuerpo de alguien se lo está negando también a su cabeza: 


Fíjate, si a una persona te le acercas y no le miras a la cara, sino que solamente le miras y le hablas a sus brazos y piernas diciéndoles... “¡Ustedes son horribles, feísimos; son un asco. Fuera de mi camino...! Fueraaaaa de mi vista..! 

¿Acaso no le estás diciendo eso mismo también a la cabeza de esa persona? ¿O crees que el asunto es sólo con sus brazos y sus piernas? Muchísimos católicos, incluso, no saben que los Santos son los más excelentes miembros del Cuerpo de Cristo. 

¿Cuántas expresiones y cuántas ofensas tan graves se oyen decir a diario sobre la Virgen María, sobre los Santos y sobre los bautizados en la Iglesia Católica? A esas personas ni se les pasa por la mente que es a Jesucristo a quien están maltratando. Tienen tan velada su mente que cuando atacan a los Santos no ven a Jesucristo por ninguna parte. No conocen a Cristo aún; deben leer y profundizar: (Rm 12,4; 1Co 12,12; Ef 1,22-23; Ef 5,22; Col 1,18); sólo miran hacia abajo a su cuerpo, a sus brazos, a sus piernas (hacia los miembros de su Iglesia)... Satanás no les deja subir la mirada hacia la cara para que no se encuentren con la mirada sufriente y compasiva del Maestro.

Creo, por la gracia de Dios, que muchos algún día se atreverán a subir la mirada y contemplarán el rostro de Aquel a quien tanto han herido y lastimado.

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